Ser "tutor" de entrenadores jóvenes es algo vital y lo complicado es saber cuándo debemos darles más libertad, es decir, soltarlos; o cuando debemos seguir manteniendo el control, es decir, tú haces el entrenamiento y vas dando consejos. Pero hoy quiero hablar de algo un poco distinto: yo ya tengo una edad y todavía llevo un cuaderno y un bolígrafo y voy apuntando cosas. Intento que los chicos que están bajo mi tutela tomen "apuntes" cuando digo algo importante y el otro día me llevé una sorpresa muy agradable.
Mis últimos artículos son experiencias que estoy viviendo en la actualidad. Una de las cosas que peor llevo es cuando mi equipo falla canastas fáciles: 1 contra 0, o 1 contra 1 pero con defensor corriendo hacia atrás. De hecho, el último partido lo perdimos por eso. Y la lógica queja del entrenador al jugador es: "¿Cómo fallas eso?... ¡No podemos fallar tantas canastas fáciles!..."
Lo primero que hay que hacer es dejar de abroncar a nuestros jugadores porque, lógicamente, ellos no quieren fallarlas. Habrá que ir a la raíz del problema. ¿Lo entrenamos lo suficiente? ¿Y en qué condiciones?. Es muy típico hacer una rueda de entradas en el calentamiento, pero es más un hábito previo a un partido que un ejercicio en si. Es una costumbre que todos los entrenadores hacemos.
Ya es sabida y conocida mi obsesión con preparar los entrenamientos y variar los ejercicios. Lo considero algo fundamental, estemos hablando de niños o de profesionales. Por eso, es básico llevarlos por escrito y, sobre todo, saber muy bien cómo lo vamos a exponer a los jugadores, es decir, que les vamos a decir. Corren por la red miles de frases y tópicos que quedan muy bien pero que muchas veces no son explicados o no tienen un sentido real. Después de 20 años, ayer descubrí el sentido de una de estas "míticas" sentencias. La frase es la siguiente: "A VECES, SON LOS PROPIOS JUGADORES LOS QUE MEJORAN UN EJERCICIO".