Hoy no quiero
hablar de baloncesto… No me apetece la verdad.
Muchos de vosotros
me habéis preguntado que si he abandonado el blog… La respuesta es no.
Entonces, ¿qué pasa?
La verdad es que
nunca pensé que hablaría de esto, pero creo que ya va siendo hora de normalizar
las cosas.
Soy un enfermo
mental y lo seré toda la vida. Ya está.
No, no estoy loco,
pero si estoy enfermo.
Antes no lo contaba, me daba vergüenza. Eso no es culpa mía: cuando vemos a un enfermo de cáncer todo el mundo dice: “Pobrecito”; cuando vemos a un enfermo mental, entonces decimos: “Ese está loco”.
Pues no, señores. Evidentemente, tener cáncer es una putada y no se lo deseo a nadie, pero los que tenemos enfermedades mentales también sufrimos. Y, ¿por qué lo comparo con el cáncer? Porque busco la forma de que lo entendáis, sé que es muy difícil. Creo que ambas tienen algunas similitudes:
- Afecta a mucha gente, mucha más de la que se cree.
- Puede tener efectos letales o crónicos durante el resto de la vida.
- Todos pensamos que a nosotros no nos va a tocar, pero SI, te puede tocar.
El dolor mental
puede ser, al menos, tan doloroso, como cualquier patología (sino peor). Y no,
señores, no estamos locos.
Esta situación de
pandemia esta sacando lo peor de todos nosotros y no, NO me alegro de ello (no
soy tan mala persona), pero todos, en una u otra manera estamos sufriendo, no
sólo por la enfermedad sino por todo lo que le rodea.
Veo a gente cercana
y lejana, gente que conozco de toda la vida y gente que veo menos, sufriendo
porque no saben si van a poder abrir su negocio la semana que viene, porque no
saben cómo van a seguir pagando la hipoteca o el alquiler de su casa, o
siquiera si van a tener algo que comer al día siguiente.
Pero, sobre todo,
veo a gente sufriendo porque los días se les hacen eternos y sienten angustia,
tristeza, pesar, ansiedad…. sentimientos que nunca o pocas veces han padecido.
Eso es lo que
muchos de nosotros llevamos sufriendo toda la vida o durante mucho tiempo de
ella. Y no, no es agradable. Por supuesto que no me alegro de ello, no quiero
que la gente sufra, quiero que esta pesadilla acabe ya y que la gente deje de
sufrir.
Yo, estoy
sufriendo, como todos, pero no mucho más de lo que llevo haciendo muchos días a
causa de mi enfermedad, esa es la verdad.
Ya va siendo hora
de que se nos tenga en cuenta y se nos trate como merecemos: personas que
sufren una enfermedad y necesitan ayuda y, en muchos casos, medicación.
Pero, ¿cómo se llega
a estar en esta situación?: a veces es un proceso lento, otras es algo rápido;
a veces tiene un poco de sentido que lleguemos a una situación así; y otras
veces no tiene una explicación lógica.
Yo, hasta los 27-28
años tuve una vida más o menos normal. Es cierto que he sido una persona más
bien pesimista, con muchos complejos y algunas carencias, y tenía mis problemas y mis bajones... Pero estaba en perfecta
forma física, tenía familia, amigos, conocidos, un trabajo… Cuando algunos de
esos pilares empezaron a derrumbarse, todo se volvió oscuridad.
Cada caso es
distinto. En el mío, dejé de salir de casa. No cogía el teléfono a nadie y
abandoné totalmente a mis amigos, el trabajo…
Estuve 10 meses sin
salir de casa, sin casi salir de la habitación. En realidad no sé si fueron 10
meses o 3 años porque pierdes la noción del tiempo y de la realidad. Muchos
días, ni siquiera me levantaba de la cama. Supongo que mis padres y la gente
que me quería, que era mucha, sufría, pero yo no era consciente de ello, me
daba igual, ya tenía bastante con lo mío.
Y duele, SI, duele, como cualquier dolor físico horrible que os podáis imaginar. Abandoné mi vida y
me abandoné a mi mismo. Llevo casi 15 años tomando 6, 7, 10 pastillas diarias,
y a día de hoy sigo tomándolas.
Siempre he sido muy
delgado. Engordé más de 40 kilos, me dejé barba, dejé que mis dientes se
cayeran… Y me daba igual. Llegas a pensar que lo mejor es que todo termine y os
aseguro que esa sensación es muy real. Me ingresaron en un hospital de salud
mental, lo que toda la vida hemos llamado el siquiátrico.
¿Cómo un tío como
yo pudo acabar allí? Tenía amigos, familia, conocidos, un trabajo, una casa
recién comprada… tenía un proyecto de vida. Y de un día para otro todo se te
puede venir abajo. Ahora estoy solo.
Si, totalmente solo: tengo a mi familia y ya. No tengo novia, ni trabajo, ni amigos, ni siquiera conocidos. Hace poco fue mi cumpleaños y me felicitaron 5 personas, cuando otros años no podía atender a todas las llamadas y mensajes que me llegaban.
Llevo más
de un mes sin hablar con nadie que no sean mis padres o mi hermano, y lo hago a
través del teléfono. Y no lo digo para que la gente piense “pobrecito”. No, que
va, me merezco estar así, porque de pequeñitos nos han enseñado que la gente
que hace cosas extrañas y te abandona tiene que ser mala.
Y NO, no siempre
es así. La mente de cada uno de nosotros es muy compleja y podemos salir por
cualquier sitio. Hay que estar en la situación real, pasarla y sufrirla. Y
entonces igual os sorprendéis a vosotros mismos haciendo cosas que nunca
pensabais que haríais o diciendo cosas que, sabiendo que son mentira, es la
opción que habéis tomado porque no veis otra salida.
Por ejemplo, a la pregunta típica de, ¿Qué harías si ves un león de repente?, la mayoría de nosotros contestamos que saldríamos corriendo… ¿Seguro?... ¿Estáis seguros de ello?... Pues siento deciros que no: muchos correrán, si eso es cierto. Pero otros muchos, se quedarán petrificados, otros chillarán y otros se enfrentarán al león, y unos pocos harán algo que ni siquiera se me ha pasado por la cabeza.
Cuando nuestras mentes se enfrentan a una verdadera situación estresante, angustiosa…,, nuestra mente y nuestro cuerpo pueden fallarnos y hacernos obrar de una manera que, vista en otros, calificaríamos de lamentable y, sobre todo, de imposible.
La primera reacción es pensar: “Yo nunca haría eso” Pues... te equivocas, también te puede pasar a ti.
No quiero que el mensaje que quede sea negativo, AL CONTRARIO. Quiero deciros que se puede salir, cuesta, es duro y hay que poner mucho de tu parte. Eso si: da igual la medicación que te tomes, los sicólogos o siquiatras que te traten. Si, eso es necesario y muy valioso, sin duda.
Pero la única forma de curarse o de salir del pozo es querer
curarse uno mismo.
En mi caso, he de reconocer que no soy tan fuerte. El verdadero motivo por el que salí de aquella situación es que conocí a una chica... y me enamoré de ella. Todo iba perfecto, como una puta película romántica... Pero lo estropeé porque a veces las cosas no salen como uno quiere y porque cuando no estás bien, podemos convertirnos en seres despreciables. En mi caso, es algo tan sencillo cómo que a mis cuarenta y tantos no se querer, no se amar.
Si, es cierto...No se querer. Nunca he querido ni tenido a nadie como pareja y nadie me ha enseñado a amar. Y con 41 años te encuentras esta situación y la cagas, como lo habréis hecho la mayoría de vosotros la primera vez con 16 o 17 años.
La perdí y no fui
capaz de aceptar que, simplemente, no me quería, porque no sabía querer, y
después le he hecho un daño terrible, sin ser consciente, fruto de la
desesperación.
Ya he pedido perdón
por ello, pero es justo que no me hable. Lo siento pequeña, yo lo estropeé.
Fijaos en algo: mi situación era muy parecida a la que me había llevado antes a ingresar en el hospital.
Pero ahora era mucho PEOR: seguía sin tener nada y, encima, sufrí un rechazo amoroso
muy doloroso y para colmo, teníamos una pandemia que nos ha cambiado la vida a
todos.
Pero… Estoy
saliendo, creo, eso espero, y todos podemos hacerlo. Tendré mis recaídas, seguro. Yo no voy a recuperar a mis antiguos amigos, ni
a esta chica a la que tanto daño he hecho, sin quererlo y, lo que es peor, sin
ser consciente de que le estaba jodiendo la vida a la persona que más he
querido en mi vida. Otra vez, lo siento, padawan. Te mereces ser feliz (Todavía
sigo enamorado de ella, lo reconozco). Sé que ella nunca leerá esto y nunca entenderá por qué actúe cómo actúe.
No podemos
imaginarnos a nosotros mismos en esa situación, pero SI, amigos lectores, el ser
más maravilloso puede convertirse en una “mala persona”. Y es que las
circunstancias tienen un papel fundamental. Pero aún más importante son los
pensamientos que tenemos, lo que nos queremos, lo que nos valoramos.
Puta cabeza,
siempre dije que es nuestro peor enemigo, pero también puede ser nuestro mejor
amigo.
Me he ido mucho del
tema contando mi historia personal, pero es lo que siento y no voy a corregir
este texto. Así ha salido de mi cabeza y de mi corazón y así lo he expresado. No pienso
revisarlo para que quede bonito.
Ya me he desnudado
a mí mismo, así que vuelvo al tema en cuestión de una forma más general.
¿Por dónde iba? Ah
si estaba comparando el cancer y las enfermedades mentales (Menudo loco. Al
final llevaban razón los que me lo llamaban).
Otra de las razones
por las que he decidido comparar las enfermedades mentales con el cáncer es por
su variada gama de variantes. REPITO, no deseo que nadie tenga cáncer, sólo lo
uso para que la gente lo entienda.
Las enfermedades mentales son muchas y muy diferentes. Se podría decir que cada enfermedad mental, en cada sujeto, es distinta. Yo ahora estoy pasando un momento “valle”, es decir, no estoy con la moral por las nubes, ni tampoco en estado depresivo.
De hecho, estoy convencido de que estoy pasando la pandemia mucho mejor que otra gente que nos
llama locos. Y eso es porque estamos acostumbrados a padecer ansiedad,
angustia, miedo... Estamos acostumbrados a sufrir de todos estos trastornos y en
mi caso, a estar solo.
Espero que esta mierda del COVID acabe. Lo necesitamos todos. Pero la verdad es que yo sufro más por la gente que me rodea que por mi mismo. Sólo pido que cuando todo termine, no nos olvidemos de la gente que sigue sufriendo su “virus” el resto de días del año. Y aquí, no sólo incluyo a los que tenemos enfermedades mentales, aquí incluyo a todos los que sufren, ya sea por una patología que afecta a órganos, huesos y músculos del cuerpo, o aquellos que padecemos otras enfermedades.
Todas son enfermedades y deben apoyarse y tratarse.
Y si, pase lo que pase, se puede salir. Hay que luchar, la vida no es fácil. Os voy a desvelar un secreto: al final, todos morimos.
Así que tratad de aprovechar lo que se os
ofrece, valorar cada bocado, cada abrazo, cada beso, cada viaje, cada libro,
cada experiencia… Disfrutad. Y sufrid también. No estoy diciendo que sea fácil
y tampoco que no vayáis a sufrir un revés.
La vida es jodida,
pero de nosotros, de nuestros pensamientos, de nuestros actos, de nuestro
corazón, depende que esta vida sea más agradable o u infierno. Yo escojo la
primera, y digo esto cuando gran parte de mi vida elegí la otra opción; y digo
esto cuando tengo el corazón roto porque estoy enamorado como un adolescente (y
ya no lo soy). Te he dicho que te quiero, pequeña??? XD.
A nadie le gusta
sufrir, tratad de que cuando lo hagáis el trance no sea tan terrible. Se puede,
siempre se puede, hasta que la muerte llega, pero eso nos va a llegar a todos
así que haced que la vida vuestra (eso lo primero), y también lo de los demás sea lo
mejor posible.
Un saludo.
PD1: me he ahorrado 80 euros por una sesión con mi
psicólogo.
PD2: perdonad la incoherencia del texto pero quería dejarlo
tal como me ha brotado.
PD3: no dejéis de decirle y de demostrarle a la gente que los
queréis.
PD4: Pido perdón a toda la gente que he dañado. Lo siento. Pero no puedo fustigarme el resto de mi vida. No han inventado todavía la maquina del tiempo. Hay que mirar hacia delante, no queda otra opción. Luchar y no rendirse jamás, esa es la idea. Es difícil, casi imposible, pero no tenemos derecho a rendirnos, tenemos que tratarnos mejor aunque no estemos orgullosos de lo que hemos hecho.
Lo siento,
perdón y adelante.
Que VIVA EL BALONCESTO y la VIDA, por muy jodida que sea.
Algún día volveré a
hablar de baloncesto.
Adios.