BALONCESTO "ALEGRE", RÁPIDO Y VELOZ
Cuando queremos imponer una filosofía de juego para nuestro equipo debemos tener claro los mimbres con los que contamos. Creo que todos queremos que nuestros jugadores sean buenos tiradores, excelentes defensores, magníficos pasadores, etc.
Pero la realidad te golpea y te hace ver que no estás jugando a un videojuego. Imponer un estilo, el hecho de tomar ciertas decisiones en este aspecto, conlleva una serie de riesgos y, muchas veces, nos olvidamos de transmitirle esa parte a los jugadores.
Es decir, que toda filosofía de juego tiene sus pros y sus contras, y que hay que saber valorarlos para saber si ese estilo del que tanto hemos oído hablar y presumimos, es conveniente realizarlo o no.
Otro ejemplo, si queremos jugar un baloncesto rápido, alegre y con muchos contraataques debemos asumir en, primer lugar, que para ello debemos defender bien, cerrar el rebote, luego establecer una salida de contraataque y, asumir que la velocidad va a provocar que aumente nuestro ratio de pérdidas de balón (mayor velocidad, pases y recepciones en movimiento). Por un lado y esto es cierto, podemos conseguir sorprender y castigar al equipo contrario si este tiene un mal balance defensivo; pero por otro lado, debemos asumir que tendremos pérdidas de balón (malos pases, infracciones como pasos o dobles, tiros demasiado acelerados o en posiciones forzosas...).
Y todo esto debe saberlo el entrenador, lógicamente, pero también deben saberlo los jugadores y deben creer en ese modelo de juego,asumiendo que habrá errores.
Os cuento algo que he vivido recientemente. Estos días he visto varios entrenamientos de un nuevo entrenador en nuestro club. Me parece un buen entrenador, sin duda.
Él quiere "jugar un baloncesto veloz basado en una defensa agresiva y en canastas al contraataque". Me parece una idea genial, sobre todo teniendo en cuenta la edad de los chavales que entrena. Pero el el otro día, jugaron el primer partido de la temporada. Había visto varios entrenamientos y los jugadores habían aceptado esta forma de jugar (defensa
agresiva y rápidas transiciones).
Pero llegó la primera jornada y el equipo contrario tenía un buen nivel. La defensa agresiva puesta en práctica por nuestros chicos les hizo robar un par de balones y conseguir una cierta diferencia en el marcador. Pero el técnico contrario pidió un tiempo muerto y la cosa cambió radicalmente.
Subieron la intensidad pero, sobre todo, mejoraron en la toma de decisiones, superando a nuestros alocados chicos que intentaban robar el balón en cada pase, en todas las situaciones. Esto funcionó dos minutos pero cuando el equipo contrario se ajustó, empezaron a hacer daño con el 1x1 y con las puertas atrás y se fueron con diez puntos de ventaja al descanso sin hacer nada del otro mundo.
Y a mi no me gustaba lo que estaba viendo, y no por el resultado: en el descanso, nuestro técnico abroncaba a sus jugadores por verse superados en defensa continuamente. Pero, ¿por qué? Los chicos estaban haciendo lo que tú les habías pedido y habías trabajado con ellos en la pretemporada. Nuestra defensa, conceptualmente hablando, era exactamente igual en el minuto 1 que en el 8.
¿Qué había cambiado? Que el equipo contrario había entendido lo que tenía en frente y el entrenador contrario había sabido transmitir a sus jugadores cómo hacernos daño y que el nivel físico de nuestros chicos no era el mismo. Además el factor sorpresa había perdido efecto.
La segunda parte comenzó exactamente igual que terminó la primera: nuestros jóvenes jugadores arriesgaban en cada acción (era lo que el entrenador llevaba diciéndoles un mes y había recalcado en el periodo de descanso) y, salvo algún robo de balón, eran superados una y otra vez.
Llegó el último cuarto y nuestro equipo estaba unos 20 puntos por debajo en el marcador. Y había una cosa que hasta entonces les había permitido estar todavía a esa diferencia: se salía muy rápido al contraataque y se conseguían canastas fáciles... pero en el minuto 30 el factor físico empezó a hacer mella en nuestros chicos y esto afectaba no sólo a su velocidad a la hora de desplegarse en ataque, sino también a la toma de decisiones (altas pulsaciones) y la precisión en los pases.
Resultado final: 30 abajo. Y no me importa que perdieran, de verdad. Me parece que los chicos lo dieron todo, pero mi compañero no supo tener un plan B, para por ejemplo, cuando los jugadores estaban cansados o cuando el equipo contrario supo leer nuestra defensa.
No pasa nada. Son jóvenes y el entrenador también, pero todo esto que vi me llevó a sacar algunas conclusiones:
- La pizarra y los entrenamientos son una cosa y los partidos de competición son otra.
- En la pizarra los sistemas y las jugadas siempre salen bien, pero este no es un videojuego.
- Hay un rival y un árbitro y esas variables no puedes controlarlas (aunque puedes medirlas).
- Si quieres implantar un estilo de juego y quieres llevarlo hasta las últimas consecuencias tienes dos opciones:
- O asumir los errores que se cometan.
- O tener preparado un plan B, C..., para determinadas situaciones.
En definitiva: un buen entrenador no sólo debe enseñar a sus jugadores a botar, a pasar, a tirar... También debe enseñarles a pensar en la cancha, a ser jugadores y no robots. Mostrarles que hay un rival y que no siempre las cosas pueden salir bien. Ser flexibles y tener capacidad de liderazgo para poder cambiar las cosas, pero sobre todo, hacer que los jugadores entiendan lo que pide cada situación de partido. Y eso no se consigue imponiendo nuestro criterio con gritos y castigos. Hay que convencer a los jugadores y hacerles creer en lo que están trabajando y nunca dejarles tirados si las cosas no salen bien porque el equipo contrario simplemente es mejor.
Y algo muy importante y en lo que antes no creía, pero que la experiencia ha cambiado mi opinión al respecto:
Y algo muy importante y en lo que antes no creía, pero que la experiencia ha cambiado mi opinión al respecto:
Ser fiel a tus ideas pero ser capaz de cambiar, de mejorar, de evolucionar.
VIVA EL BALONCESTO !!!
I LOVE THIS GAME !
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