SORPRESAS CON UN NOVATO
Hace unos días empezaron a entrenar los más pequeños. No voy a entrar en la eterna discusión de si estos grupos debe llevarlos gente experimentada porque todo tiene sus puntos fuertes (es una edad muy importante, se adquieren vicios y rutinas para toda la vida, el trato con los niños es fundamental, hay que "tener mano derecha e izquierda", etc) y sus contras (generalmente se entrena a horas tempranas y los buenos entrenadores no pueden y otros muchos no quieren entrenar a esas horas, los entrenadores con experiencia suelen tener un mayor aspecto competitivo que puede ser demasiado para estas edades, los sueldos o salarios que se pagan suelen ser los más bajos en estas categorías, etc).
Simplemente diré que nosotros tenemos entrenadores jóvenes que están empezando y que, bajo la tutela de alguien más experimentado, aprenden "el oficio". Sé que hay gente que piensa que hay que poner a los mejores entrenadores en esta edad pero, seamos realistas, eso no suele ocurrir. Pero y de aquí surge este artículo, el otro día me llevé una tremenda sorpresa. Estaba entrenando uno de nuestros equipos benjamines y la entrenadora estaba haciendo un juego y me pareció tan divertido y tan instructivo que os lo voy a contar.
LOS PAYASOS
Así se llamaba el juego. Bueno, el nombre prometía... A ver qué tal. Se hicieron dos equipos y se colocaba a cada uno en un lado de la pista como indica el gráfico. El desarrollo es sencillo: los jugadores del equipo con balón tenían que hacer unas entradas. Los jugadores sin balón, "los payasos", corrían hasta colocarse en el aro y, desde ahí, trataban de molestar con gestos y sonidos extraños al jugador que intentaba anotar.
Cada canasta valía un punto pero era realmente difícil anotar, porque los payasos les chillaban asustándolos y les hacían gestos desconcentrándolos. El entrenador sólo debía preocuparse de que los chicos no se salieran del aro; si lo hacían y molestaban fuera del mismo al atacante, al otro equipo se le sumaban 10 puntos. Pasados 3 minutos, los equipos intercambiaban sus posiciones y comenzaban de nuevo. Me sorprendió ver cómo se lo pasaban los más pequeños. Estaban haciendo unas simples entradas pero se lo pasaban en grande. Me pareció un gran final para un más que decente entrenamiento para una chica que apenas acaba de empezar.
Para terminar, los perdedores se tumbaban en el suelo y tenían que dar vueltas sobre si mismos, "haciendo la croqueta". Yo pensé que esa era una buena forma de terminar, con un juego divertido y que los chicos se fueran contentos a casa. ¡Qué importante es acabar con un juego! Los niños se quedan normalmente con la última sensación que han tenido.
Me quedé con la mosca detrás de la oreja y fui a ver el siguiente entrenamiento de esta joven aprendiz. Se notaba que tenía "buena mano" con los niños, pero que sabía mantener también la disciplina necesaria. El entrenamiento que vi estuvo bastante bien: hizo un poco de todo, mezclando juegos con ejercicios un poco más técnicos pero siempre dándole un toque divertido que enganchaba a los chicos y los mantenía excitados.
Me volvió a llamar la atención el juego que ponía fin a la sesión. Sólo quedaban 6 chicos y jugaron un KO. Creo que todos sabéis lo que es pero brevemente os explico: es una competición donde se juega con dos balones; el primer lanzamiento se hace siempre desde el tiro libre y luego desde donde se quiere. Cuando consigues anotar pasas el balón al siguiente jugador de la fila y así sucesivamente. Si el que va detrás consigue anotar antes del jugador que tenía delante lo elimina.
Normalmente cuando quedan dos, se hace una gran final: se cambia la posición de tiro, se coloca a los dos jugadores en, por ejemplo, el codo del tiro libre, con el balón en el suelo y las manos en la espalda antes de comenzar, etc. La verdad es que hay diferentes formas de hacer esta superfinal.
Pero ella volvió a sorprenderme: los dos contendientes se colocaban en el centro del campo. A partir de ahí debían dar 5 vueltas botando y girando sobre su propio eje, después hacían dos cambios de mano entre las piernas, dos por la espalda y, sólo entonces, podían ir a meter canasta.
Los chicos estaban encantados. Los compañeros eliminados animaban a sus compañeros y se reían porque los finalistas parecían algo desorientados y mareados tras dar las vueltas. Todos animaban, todos participaban y todos se fueron a casa con una sonrisa. No sé si esos chicos se convertirán o no en grandes jugadores en un futuro, pero si sé dos cosas:
- Que aprenden a jugar al baloncesto.
- Que se divierten un montón haciéndolo.
VIVA EL BALONCESTO !!!
I LOVE THIS GAME !
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