<H1> TIEMPOS MUERTOS </H1>

TIEMPOS MUERTOS

  El tiempo muerto es una herramienta que los entrenadores de baloncesto tenemos para parar el juego. Los motivos para hacerlo pueden ser muy variados y no serán los mismos en categorías de base que en categorías más profesionales. Algunas causas para solicitar un tiempo muerto pueden ser:

• Para corregir aspectos de nuestro juego, tanto ofensivo como defensivo
• Para cortar un parcial negativo o una buena racha del equipo rival.
• Para romper el ritmo del partido.
• Para preparar una jugada decisiva o preparar un cambio en la estrategia ofensiva/defensiva.

   En categorías de formación, el principal motivo para pedir un time-out o tiempo muerto es cuando nuestros jugadores no están realizando en pista un buen trabajo, es decir, cuando las cosas no están saliendo bien (ya sea defensiva u ofensivamente, o en ambos casos). En definitiva, debemos pedirlos cuando nuestro equipo no está haciendo lo que hemos entrenado.

   Según vamos ascendiendo de categoría el tiempo muerto va cobrando más importancia y el resto de causas que antes hemos enumerado empiezan a ganar protagonismo. 

   A continuación voy a exponer como son mis tiempos muertos en equipos cadete-junior. No son una guía y seguramente no son los mejores del mundo, pero tal vez puedan ayudaros en algún aspecto.

   Cuando solicito un tiempo muerto a la mesa (siempre debe hacerlo el entrenador), me gusta que los 5 jugadores que están en pista se sienten y el resto se levanten para hacerles sitio, pero que ninguno se aleje. Hago un semicírculo y me agacho si es necesario y explico lo que quiero corregir o ajustar. Utilizo la pizarra para momentos muy concretos y siempre con aspectos del juego sencillos.

   Con los años me he dado cuenta de varias cosas:

1. Que los jugadores casi nunca escuchan porque están pensando en lo que está ocurriendo en la pista, están cansados física y psicológicamente y casi nunca prestan demasiada atención. Además sus pulsaciones son altas y lo que quieren es descansar un minuto.
2. Los jugadores que no están en pista y que creen que no van a entrar en la cancha en los minutos siguientes tampoco prestan demasiada atención ya que consideran que el tema no va mucho con ellos (al fin y al cabo, ellos no están jugando).
3. Cuanto más hablo, menos caso me hacen. Cuanto más uso la pizarra, más "locos" se vuelven. Cuantas más cosas quiero corregir o preparar, peor sale todo.

   Así que, de un tiempo a esta parte, mis tiempos muertos han cambiado radicalmente. Se acabó el dar clinics demostrando que sabes que hay que hacer para solucionar la situación; se acabó el chillar por chillar; se acabó el preparar jugadas increíbles en las pizarras (que bien salen en la pizarra pero nunca salen cuando llega el momento de ponerlas en práctica).

   En realidad son sólo 60 segundos (un poco más), los jugadores, están cansados, nerviosos, demasiado eufóricos, demasiado cabizbajos... Por tanto, hay que ser claro. Uso pocas palabras, pero muy directas. Intento "no andarme por las ramas" y ser claro con los jugadores si algo no me gusta.

   Sólo uso la pizarra para corregir situaciones muy graves o para preparar una jugada decisiva y siempre que sea algo que hayamos trabajado en los entrenamientos. Nunca preparo algo o uso la pizarra cuando no está entrenado. En los entrenamientos, suelo usar la pizarra, de vez en cuando, para esas jugadas decisivas (así al jugador ya les suena) y para corregir algunos aspectos que no me gusten (así los jugadores conocen la simbología). Mi principal problema era antes que los jugadores no sabían interpretar la pizarra, pero la culpa era mía, porque NUNCA les enseñaba a hacerlo.

   Algunos entrenadores dicen que hay que escuchar a los jugadores porque muchas veces ellos, que son los que están jugando, saben mejor que nadie lo que está ocurriendo. Pero, yo personalmente, casi nunca les dejo hablar. Nadie me interrumpe y sólo cuando he acabado y ante una pregunta pueden decirme algo (si les dejas libertad para hablar es un caos: o no habla ninguno nunca o, cuando cogen confianza y no callan).

   Al final, son 60 segundos que se pasan muy rápido, pero que bien aprovechados pueden cambiar el rumbo y el ritmo de un partido. Pocas palabras, cosas sencillas y directas, (no se dice nada ambiguo). Suelo decirles un máximo de dos cosas: una en defensa y otra en ataque. Frases claras, cosas sencillas.

   Se corrigen o se hacen ajustes generales. Cuando el tiempo muerto acaba siempre hago dos cosas:
- un grito de ánimo o algo motivante y positivo para que los jugadores salgan a la cancha de juego concentrados.
- si quiero decirle algo a algún jugador un concreto es el momento (te acercas: "venga defiende, el rebote, déjale que bote por la izquierda, ánimo..."). Otra veces, hay que picarles en su orgullo: "venga que te está machacando". El entrenador debe conocer a sus jugadores y saber qué tiene que decirles a cada uno, porque todos son distintos y unos y otros reaccionarán de manera distinta ante un mismo estímulo.

   Un último consejo, sobre todo, en categorías superiores, guardarse al menos un tiempo muerto para los dos últimos minutos (sobre todo en finales apretados y con la nueva norma de sacar de campo de ataque tras tiempo muerto).




VIVA EL BALONCESTO !!!

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